EL MUNDO DONDE VIVOAutor: Hellen Keller
Traducción de María del Carmen Pasman
 A Henry H. Rogers,mi querido amigo de muchos años"La noche de la ceguera tiene también sus maravillas."La noche de la ignorancia y de lainsensibilidad es la única tinieblaimpenetrable."El infortunio de los ciegos es inmenso,irreparable. Pero no nos priva de compartir con nuestros semejantes la acción altruista,la amistad, el buen humor, la imaginación y la sabiduría".
 La Autora
PREFACIO
 Los originales correspondientes a los ensayos y a la poesía que constituyen este libro,aparecieron en "The Century Magazine"; los ensayos, bajo los títulos de "Una charlaacerca de la mano", "Sentido y sensibilidad", y "Mis sueños". Mr. Gilder, a quien estoy profundamente agradecida por su amable interés y estímulo, me sugirió la idea deescribir estos artículos. Pero, por otra parte, Mr. Gilder debe aceptar también la granresponsabilidad que va unida a mi gratitud. Solamente a su deseo y al de otros editores se debe que yo me permita hablar tanto de mi persona.Todo libro es, desde cierto punto de vista, autobiográfico. Pero mientras a otrascriaturas, analizadoras de sí mismas, les es dado al menos variar de tema, lo que yo puedo opinar del impuesto, o de los conflictos suscitados por la cuestión Dreyfus, me parece que no le importa a nadie.Sí propongo reformar el sistema pedagógico del mundo, mis amigos editores exclaman:"Es interesante." Pero agregan: "¿Sería usted tan amable que nos informara cuál era su concepto sobre la bondad y la belleza cuando tenía seis años de edad?" Primero me piden que hable de la vida de la niña, hoy mujer. Luego me convierten en mi propiahija y me piden reiteradamente un análisis de mis sentimientos de adulta. Por último, solicitan que escribe mis sueños, y de este modo me convierto en abuela anacrónica; por qué el contar sueños es un privilegio especial del que sólo disfrutan los ancianos.Mis editores son tan buenos que, sin duda, tienen razón al pensar que nada de lo que yo pudiera decir sobre los asuntos del universo sería interesante. Pero mientras no meden la oportunidad de escribir sobre algo que no sea yo misma, el mundo continuaráignorando que existen posibilidades de mejora en los métodos de instrucción. Entretanto, sólo puedo contribuir discurriendo sobre el límite dado tema que me permiten tratar. En el "Canto a la obscuridad", no fue mi intención aparecer como poetisa.
 
Creía estar escribiendo prosa, a no ser por la traducción en verso del pasaje magníficode Job. Sin embargo les pareció a mis amigos que no había coherencia entre este canto y el resto del libro; y esa fue la causa por la cual se convirtió en poesía.
 Hellen
Keller 
IVEO CON MI MANO
Acabo de tener a mi perro en las manos. Estaba revolcándose en el césped, con un gozoinfinito en cada músculo y cada miembro. Quise tener una imagen completa de él, yentonces lo toqué tan levemente como si palpara telarañas; pero su cuerpo regordetegiro sobre sí mismo, se puso tieso y al pararse sobre sus patas traseras se endureció mástodavía. Su lengua lamió mi mano y apretó su cuerpo contra el mío como si quisierahacerse un ovillo. Demostraba su júbilo a través del rabo, las patas y la lengua. Sihubiese tenido la facultad de hablar estoy segura de que habría dicho, como yo, que el paraíso sólo se alcanza por medio del tacto; ya que el amor y de inteligencia residen enel.Este pequeño episodio me sugirió la idea de una charla sobre las manos.Sí resulta interesante y amena, se deberá a mi "perro-estrella". De cualquier modo, essumamente agradable disponer de un tema que no haya sido monopolizado por otra persona. Es como trazar un nuevo sendero en la selva virgen, dejando un rastroresplandeciente perdón de antes no existían las pisadas. El llevaros por un camino sinhuellas, a un mundo donde la mano es soberana, constituye para mí una gran alegría.Pero en el mismo momento de partir tropezamos con una gran dificultad: temo quevosotros, tan acostumbrados a la luz, podáis encontrar una serie de obstáculosinvencibles cuando traté de conduciros a través del mundo de la obscuridad y delsilencio. Bien se que los ciegos no somos los más indicados para servir de guía. Peroaunque no pueda garantizaros que no os extravíe, os prometo que no llevaré hacia elfuego ni el agua, y que no caeréis en ningún abismo. Sí me seguís pacientementedescubriréis que "donde hay un sonido muy sutil nada prevalece entre este y elsilencio", y que hay más significado en cada cosa en sí misma, que en todas las cosasque pueda abarcar la vista.Mi mano es para mí lo que el oído y la vista juntos son para vosotros.¡Cuántas veces viajamos por las mismas carreteras, leemos los mismos libros, hablamosel mismo idioma, y no obstante nuestras experiencias son distintas! Todos los actos demi vida dependen de mi mano como de un eje central. A ello le debo mi continuocontacto con el mundo exterior. También en mi mano la que me permite salir delaislamiento y de la obscuridad, mientras mis dedos anhelantes se apoderan de todo gocey actividad que encuentran a su paso. Al pasar por primera vez una simple palabra deotra mano la mía, al rozar suavemente otros dedos los míos, comenzaron la conciencia,el júbilo y la plenitud de mi vida. Como Job, siento que una mano me ha hecho, me hadado una forma, aunque un tanto vaga, y ha moldeado mi propia alma.En todos mis experimentos de ideas mi mano desempeña un papel muy importante.Todo lo que me emociona o estremece, es como otra mano que me tocase en la sombra
 
y al hacerlo me revelase mi existencia misma. Tachar de irreales estas impresiones, queyo he acumulado por medio del tacto, equivale a opinar lo mismo de un espectáculo quellena de júbilo vuestra alma o de una desgracia que hace afluir amargas lágrimas avuestros ojos.Es roce de las salas de una mariposa al agitarse en mi mano; los delicados pétalos de lasvioletas ya escondiéndose entre los dobleces de sus hojas, de inconfundible frescura, yairguiéndose sobre el césped de las praderas; los rasgos claros y firmes del cuerpohumano; el arco suave del cuello del caballo y el toque aterciopelado de su hocico, todoesto, con las numerosas combinaciones que resultan, cobra realidad en mi mente yconstituye mi mundo.La ideas forman el mundo donde vivimos, y son las impresiones las que transmiten lasideas. El mundo en el cual vivo se halla construido sobre una base de sensacionestáctiles, desprovistas de todo color y sonido físicos; pero a pesar de ello, es un mundodonde se respira y se vive. Cada objeto esta íntimamente ligado en mi mente a esascualidades táctiles, las cuales, combinadas de diversos modos, me proporcionan elsentido del poder, de la belleza o de la discordancia; ya que con la ayuda de mis manos pueda llegar a sentir tanto lo risible como lo admirable en el aspecto de las cosas.Observad que vosotros, los que dependéis de vuestra vista, no os dais perfecta cuentadel número de las cosas tangibles que os rodean. Todo lo palpable es móvil o rígido,sólido o líquido, grande o pequeño, cálido o frío, y estas cualidades están infinitamentematizadas.La frescura del nenúfar es diferente de la del viento de una tarde de verano, y distinta asu vez de la de la lluvia que penetra en las entrañas de la tierra y da vida y desarrollo asus frutos. El aterciopelado de la rosa no es el del durazno maduro ni el de la mejilla conhoyuelos de un niñito. La dureza de la roca está relacionada con la de la madera, cómo puede estarlo la voz profunda y grave de un nombre con la voz suave de una mujer. Loque yo llamo belleza lo advierto sólo en ciertas combinaciones de todas estas cualidadesy deriva, en gran parte, del torrente de líneas curvas y rectas que prevalece para mísobre todas las cosas."¿Qué significado tiene la línea recta para usted?" -- me preguntaréis.
Significa
variascosas. En primer lugar, simboliza el deber. Parece también gozar de esa virtud de loinexorable, característica del deber. Cuando tengo una misión de cumplir, y que no debeser abandonada, siento como si avanzara en línea recta, decidida a llegar al punto dedestino y a proseguir sin desviarme hacia la derecha ni hacia la izquierda. Esto es, enuna palabra, lo que la línea recta significa para mí.Ahora en cambio, con el propósito de eludir esta reflexión moralizante mía, podéis preguntarme: "¿Cómo siente usted a la línea recta?" La siento, como supongo que es:recta, como un pensamiento monótono y sin alternativas, de trazado infinito. Laelocuencia en el tacto no reside en las líneas rectas, sino en las que no lo son, o en unconjunto infinito de curvas y rectas. Estas aparecen y desaparecen; son, ora profundas,ora alargadas o extendidas. Se yerguen y se hunden bajo mis dedos, están llenas derepentinos temblores y pausas y su variedad es inagotable y sorprendente. Como veis,no me hallo apartada del reino de lo bello, aún cuando mi mano no puede percibir loscolores brillantes de una puesta del sol, de una monta, o llegar hasta las profundidades azules del cielo.La física me indica cómo puedo vivir cómodamente en un mundo en el cual sedesconocen el color y el sonido, pero que está hecho en términos de medidas, formas ycualidades inherentes, ya que al menos cada objeto se presenta a través de mis dedosconservando siempre su posición exacta y no como la imagen invertirle al reflejar en la
 
retina, la cual, según tengo entendido, sólo vuestro cerebro puede restituir a su posiciónnormal por medio de un trabajo infinito y constante.Cualquier objeto tangible pasa en una forma completa a mi cerebro, no pierde su calor de vida en el y ocupa el mismo lugar que en el espacio ya que, sin egotismo, cabe decir que la mente está inmensa como el Universo mismo. Cuando pienso en las colinas,asoció inmediatamente a esta idea la fuerza requerida para ascenderlas. Cuando, encambio, es el agua lo que ocupa mi mente, siento la fría impresión de la zambullida y elrápido ceder de las olas que se encrespan, ondulan y agitan contra mi cuerpo. Mi manoreconoce con fidelidad los cambios agradables entre lo áspero y lo suave, lo flexible ylo rígido, lo curvo y lo tieso en la corteza de las ramas de un árbol. La roca inmutable,con sus salientes y su corva superficie, se inclina bajo mis dedos en gran variedad desurcos y protuberancias. Las formas redondeadas de la sandía y las henchidas calabazas,que brotan y maduran en los huertos extraños y remotos hasta donde no pueden llegar las yemas de mis dedos, constituyen para mí la parte ridícula de mi imaginación y mimemoria táctil. La risa delicada de un bebé alarga hasta el deleite mis dedos, los cualesencuentran entretenimiento también el vigoroso canto del autócrata del corral.Cierta vez fui dueña de un gallo amaestrado que solía posarse en mi rodilla, estirar elcuello y cacarear. Un pájaro en mano valía entonces más que dos en el corral.Mis dedos no pueden recibir la impresión de un gran conjunto la primera tentativa; pero,en cambio, siento una tras otra sus diversas partes, que luego mi mano unir entre sí.Cuando recorro mi casa y tocó, según cierto orden, objeto por objeto, a cabo por formar en mi mente una idea detallada de la misma. En otras cosas mis dedos sólo pueden palpar lo que me muestran: cosas de importancia e interés, tallas de las paredes, oalguna curiosidad arquitectónica, expuesta allí como en un álbum de familia. Es decir,que una casa con la cual no estoy bastante familiarizada carece para mí, en un principio,del efecto o de la armonía general del pormenor. No es una concepción completa, sinouna sucesión de impresiones objetivas, que vienen hacia mí aisladas e inconexas. Peromi mente está llena de asociaciones ideológicas, sensaciones y teorías, y con este precioso material concluyó por reconstruir la casa. Este proceso mental trae a mimemoria la construcción del templo de Salomón, donde no se conocía desarrollo ni elmartillo, mí se escuchaba el ruido de herramienta alguna, mientras las piedras se ibancolocando sencillamente una sobre otra. La imaginación es el trabajador silencio queextrae a la realidad del gran caos.¡Que insignificante sería mi mundo sin la imaginación! Mi jardín no representaría másque un trozo de tierra silencioso y salpicado de varas y estacas, en gran diversidad deformas y aromas. Pero en cuanto el ojo de mi mente se abre la belleza que encuentra enel, el suelo raso, libre ya de malezas, se ilumina de regocijo bajo mis pies, los setos secubren de hojas y del rosal prodiga su fragancia por doquier. Conozco cual es el aspectode los árboles en flor y penetró íntimamente la tierna alegría de los pájaros al hacer susnidos.Este es el milagro de la imaginación.Pero dicho milagro suele tener dos fases, cuando, con la ayuda de mis dedos, miimaginación se esfuerza por encontrar la del artista hecha realidad en una obraescultórica. De acuerdo con mi sensibilidad, el mármol es bello aún siendo frío,inmóvil e insensible comparado con el rostro expresivo y lleno de vida de una personaamiga. Encuentro verdadero placer en sus inflexiones y en sus curvas ondulantes. Sinembargo, algo falta en el y es el aliento.Más, bajo el hechizo de la imaginación, el mármol se estremece y se convierte en ladivina realidad de un ideal. La imaginación pone una nota de sentimiento en cada línea
 
y en cada curva, y de este modo la estatua se convierte en una diosa que respira, semueve y nos fascina. No obstante, hay ciertas esculturas, reconocidas como verdaderas obras de arte, que noson el del agrado de mis manos. El palpar lo que subsiste de la Victoria Alada deSamotracia, me hace pensar al instante en alguien que, si bien tiene la forma humana,vuela hacia mí sin cabeza y sin miembros, en un sueño febril. La única de la Victoriatiene un movimiento rígido, en nada semejante a los vestidos que ese sentido agitarse, plegarse o desplegarse con el viento. Pero la imaginacn complementa talesimperfecciones, e inmediatamente la Victoria se convierte en una figura poderosa yllena de bríos, con ráfagas marinas en su ropaje y un esplendor de conquista en sus alas.En una estatua hermosa encuentro tanto la perfección de la forma corpórea como lascualidades de integridad y equilibrio. La Minerva, rodeada por un gran velo dereminiscencias poéticas me proporciona una sensación de alborozo casi físico; y elcabello exuberante y nudoso de Baco y de Apolo, y la guirnalda de hojas de hiedra, tansugestiva, de las festividades paganas, realmente me entusiasman.Y así es como la imaginación corona la experiencia de mis manos. Éstas aprehendieronsu sagacidad de las sabias manos de la persona (aclaración de pie de página: MissSilluvan, maestra de Helen Keller) que, guiada por su imaginación poderosa, supoconducirme felizmente por senderos desconocidos, lograr que la sombra se convirtierael luz y hacer más fácil mí paso al través de los caminos tortuosos.
IIOTRAS MANOS
Al dar la mano al dar la mano siento hasta lo más íntimo de mí ser el calor y la protección que me comunica; es a ella a quien recurro en busca de apoyo y de solaz parami alma. Este pensamiento me ha hecho comprender perfectamente al Salmista cuandoeleva su voz con vehemencia y gozo en este canto: "Confío siempre en el Señor; sumano me sostendrá y viviré seguro." También hay algo de divino en la fuerza de la manohumana. Me han contado que la mirada de la persona amada hace estremecer aún através de la distancia; pero que esta deja de existir al tomar entre las manos las del ser querido. Hasta las cartas que recibo son
Cartas bondadosas que revelan la historia profunda del corazón,en donde sentimos la presencia de una mano.
Es interesante observar las múltiples diferencias que hay entre las manos de unos yotros. Son las manos las verdaderas reveladoras de la vitalidad y la energía, la quietud yla cordialidad. No me di cabal cuenta de la potencia vital que es en realidad la mano,hasta el momento en que conocí las imágenes de yeso de la colección de moldes de Mr.Hutton. La mano tiene la plenitud de la vida en sus venas y se amoldamaravillosamente al espíritu. ¡Que distinta era la mano de Mr. Hutton a la de sureproducción, exacta, pero apagada y sin sentido! De acuerdo con mi modo de ver, lomoldes no llegan a revelar en toda su magnitud la verdadera forma de la mano. De losmuchos moldes correspondientes a la colección de Mr. Hutton no alcance a reconocer ninguna mano amiga, ni siquiera la mía propia. Pero, en cambio nunca se borrará de mimente la sensación de una mano afectuosa. Guardo en mis dedos el recuerdo de las
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